jueves, 3 de enero de 2008

Las fiestas populares y los animales

Creo que debe distinguirse entre la tradición viva y la tradición caduca. La tradición viva se sustenta en los usos y costumbres del pasado pero va adaptándose a los tiempos presentes, adoptando los avances que la sociedad va imponiendo como, por ejemplo, los derechos humanos y los derechos de los animales. La tradición caduca justifica por sí sóla determinadas costumbres por la única razón de que se han realizado siempre así. Y esto, por sí solo, no tiene suficiente valor ni justificación moral.
Si no fuéramos transformando la tradición, si ésta fuera algo inamovible, todavía tendríamos (o seríamos) esclavos, todavía se sacrificarían animales o doncellas (¿por qué las señoras siempre se llevan la peor parte en las tradiciones establecidas?) para aplacar las supuestas iras de dioses enfurecidos.
Muchos que protagonizan la persecución y tortura de pobres bichos en fiestas “tradicionales” populares serían incapaces de hacer lo mismo con un animal de su propiedad, al que quisieran, para que lo persiguiera un grupo de gente.


Y como creo que casi todo tiene que ver con la arquitectura hago referencia a los conceptos de "tradición viva" y "tradición caduca". Hay muchos que abominan de la arquitectura moderna buscando fealdades sólo porque creen que “cualquiera tiempo pasado fue mejor” sin haber tenido el espíritu suficientemente abierto para aprender y querer las nuevas formas. Están anclados en el pasado ignorando que esas maravillas que admiran no pueden tener repetición pues cada época tiene su forma de expresarse. Con esas preferencias por lo clásico y lo antiguo sólo consiguen pobres imitaciones.

Reconozco la inmensa dificultad del diseño moderno para conseguir la belleza, especialmente en las cosas sencillas, de las antiguas obras. Hay varias razones: La diferencia de autoexigencia por parte de artesanos y patronos, los tiempos de ejecución siempre acelerados, la facilidad que la industria actual ofrece para la copia de lo antiguo sin percatarse de la diferencia inmensa de los resultados”

Y en la página Arquitectura contaminada , de este blog, transcribí un escrito, de autor desconocido, que repito aquí y que explica mejor que yo mis propios sentimientos sobre las copias de lo antiguo:

"Ya podéis construir copias de lo clásico y de lo antiguo! El mármol rosado del Palacio de los Dux, el oro viejo de las paredes de San Marcos y toda el agua y toda la piedra de Venecia son cosas que una vez han sido vistas por el viajero permanecen en él para siempre, y entonces sí que se le esfuman todas las falsificaciones que intentan imitar lo inimitable".

Creo que la arquitectura debe basarse en la tradición constructiva y arquitectónica pero no como si esta tradición fuera un catálogo de formas antiguas con el fin de dar una imagen “rústica” o “señorial”, tan deseada por los que están anclados en el pasado (pero sólo en arquitectura, pues se compran o desean el último modelo de coche) y también tan querida por los turistas que visitan nuestros pueblos y a los que engañamos ofreciéndoles pobres imitaciones.

La única tradición válida es la “tradición viva”, aquella que va creando nuevos materiales y formas cuando es necesario, como han hecho todos los oficios y profesiones a lo largo de su historia, pero que se basa en lo aprendido que es considerado un tesoro que ha formado nuestro aprendizaje.

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