domingo, 6 de enero de 2008

Arquitectura contaminada


Este escrito se refiere a la trascendencia que la arquitectura tiene en nuestro entorno pues vivimos rodeados y dentro de la arquitectura.

Alguien, arquitecto o no, cuyo nombre no recuerdo, escribió en cierta ocasión: "La arquitectura es como el aire. Sin darnos cuenta respiramos arquitectura a todas horas: en casa, en el trabajo, por la calle, en el teatro, en la iglesia, en todas partes. Si lamentamos el aire contaminado, ¿por qué no lamentarnos también de la arquitectura contaminada?"

Los edificios que nos rodean deberían haber sido creados no tan sólo para cumplir su misión sino para enriquecer nuestra cultura. Su banalidad o calidad harán de nuestras ciudades entornos culturales o banales.

Y en mi profesión son muy abundantes (demasiado) los que, desde el inicio, eligieron el camino de la rentabilidad económica (la de ellos). Han hecho de la arquitectura un medio para ganar dinero, aportando lo imprescindible para que sus edificios puedan construirse no importa lo vulgares que sean. Y así, están llenas nuestras ciudades y pueblos, de arquitectura (por llamarla de alguna manera) tremendamente vulgar y anodina. Y la gente normal va acostumbrándose a esta visión y considerándola como lo normal.

Antiguamente, los edificios eran realizados por maestros de obra (antes de la aparición de los arquitectos) y, posteriormente por arquitectos, que amaban su profesión y dedicaban su tiempo, en primer lugar, a la dignidad de sus obras. Actualmente, eso que llaman la sociedad de consumo ha empujado a los arquitectos, constructores y promotores al dinero fácil. Y las consecuencias son las que son. Y lo peor, sin darnos cuenta de ello porque, en primer lugar, la escuela no ha enseñado nada al respecto. La asignatura de Historia del Arte (o como ahora se llame) se paraba en el Barroco o el Neoclásico. Si aparecía el arte moderno era resumido y mal explicado, entre otras cosas porque los maestros tampoco tenían buena formación al respecto.
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Aunque pueda no gustarle, una persona mínimamente culta conocerá la música de Mahler, Pau Casals y Duke Ellington, la poesía de García Lorca, Neruda y Machado.La pintura de Sorolla, Gauguin y Tàpies. Pero de arquitectura ¿qué conocen? ¿las catedrales góticas? Sin embargo, una parte del turismo tiene como meta los monumentos arquitectónicos. ¿Por qué este vacío, respecto lo actual? ¿Por qué esta falta de criterio para juzgar lo moderno? Tengo clientes cuyo máximo estético en coches es un Ferrari y, a cambio, te ponen como ejemplo a seguir en arquitectura las horteradas más espeluznantes.

Y, paralelamente, han ido apareciendo en nuestros paisajes edificios creados para la mayor gloria de las Administraciones. Cada ciudad que se precie ha de tener su monumento clasificado “¡Whuau!” (debe pronunciarse en voz alta y siguiendo las instrucciones de los signos de exclamación). Al más difícil todavía, al más alto o al más raro. Estas obras “geniales” cuyos autores, en general muy buenos arquitectos, son objeto del escrito de Coderch "No son genios lo que necesitamos ahora" (publicado en este blog) que, no olvidemos, redactó en 1960 y que parece premonitorio.

Conviven en nuestras ciudades la miseria cultural que nos rodea y la pretensión de asombro que nos distingue.
Una de las diferencias entre un mal poeta y un mal arquitecto es que sus producciones tienen trascendencias públicas diferentes. La poesía permanece escondida para deleite del lector que la disfruta, sea buena o mala. La mala arquitectura la sufrimos todos … y, en su fealdad, crea estilo.

Las nuevas urbanizaciones, principalmente las costeras, son un buen ejemplo de ello: balaustradas de hormigón, pobre imitación de las de los palacios del siglo pasado, aplacados de piedra que pretenden sugerir la imagen de los antiguos castillos, pequeñas torres que imitan los torreones de defensa ante los piratas, frecuentes en la costa catalana, que constructores y promotores avispados ofrecen, como representación del más puro “estilo catalán”, a ignorantes y cándidos compradores extranjeros.

Y si nos vamos a la montaña la situación no mejora: falsos “chalets suizos”, uso de la piedra como elemento de distinción, o de ignorancia estética histórica, ya que los antiguos constructores destinaban la piedra vista únicamente para los cobertizos de animales, las casas se revestían de revoco para protegerse de la lluvia y del viento. Aún es posible observar en algunos pueblos que las antiguas casas estaban revocadas y pintadas al tiempo que las nuevas tienen sus fachadas realizadas con piedra para que les confiera un aspecto más rústico, más “auténtico”.
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Transcribo un escrito que leí y me gustó, aunque no recuerdo el autor, y que refleja mi sentir ante esas copias, baratas o caras, que inundan nuestros paisajes:
“¡Ya podéis construir copias de lo clásico y de lo antiguo!. El mármol rosado del palacio de los Dux , el oro viejo de las paredes de San Marcos y toda el agua y toda la piedra de Venecia son cosas que, una vez han sido vistas por el viajero, permanecen en él para siempre y entonces sí que se le esfuman todas las falsificaciones que intentan imitar lo inimitable.”
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Un arquitecto en general, no nace ni se hace. Simplemente se dedica a ello. La formación le da la capacidad suficiente para realizar su trabajo. Pero lo que realmente importa es su dedicación. El que la arquitectura actual sea tan “de consumo” se debe a que la mayoría de arquitectos no se dedican.
Hay, además, un problema añadido: para que pueda construirse un edificio se precisa la firma de un arquitecto. En general, los promotores prefieren profesionales “que no molesten”, que les permitan los máximos beneficios al mínimo coste. Un profesional que entra en este juego de mercado ¿para qué va a ocuparse de la dignidad de su proyecto, de la calidad de los espacios, de la composición de las fachadas, si lo que busca es que sus proyectos le sean rentables, tener la mayor cantidad posible y realizarlos en el menor tiempo?
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La pregunta de por qué este tipo de arquitectos son los triunfadores (económicamente) es muy fácil contestarla: Prescindiendo de las firmas más importantes de la pintura, la música y la literatura, ¿quién creen que es más popularmente famoso: un buen pintor, poeta, músico, o esos seudo artistas cuyas obras inundan el mercado de la canción del verano, libros de autoayuda o revistas del corazón y retratistas de famosos y la nobleza?
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(Las casas de las fotos NO son proyectos del autor)

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