Hace algunos años un viejo maestro de arquitectura me explicó una pequeña historia que creo ejemplifica tres comportamientos personales ante el "castigo divino":
… Iba un viajero por un camino en el que estaban trabajando unos hombres picando piedras destinadas a la construcción de una catedral.
Se acerca a uno de ellos y le pregunta: "¿Qué está haciendo, buen hombre?" Y el picapedrero le responde: "Estoy trabajando para sustentar a mi familia".
Sigue caminando y le pregunta a un segundo: "¿Qué está haciendo, buen hombre?". Y éste le contesta: "Estoy picando una piedra".
Por fín se acerca a un tercero y le pregunta: "¿Qué está haciendo, buen hombre?". Y el picapedrero le responde: "Estoy ayudando a construir una catedral".
Son tres posturas diferentes ante una misma acción. Podría decirse que son tres definiciones del trabajo, oficio y profesión, pero esto es más discutible. Lo seguro es que son tres actitudes que dependen de la propia persona, independientemente del mundo exterior.
Y mal vamos si consideramos el trabajo como castigo divino porque debe servirnos para vivir de él, nosotros y nuestra familia, debemos realizarlo lo mejor que sepamos y podamos pero también debemos buscarle algo más de trascendencia ya que con él influimos en nuestro entorno.
jueves, 27 de diciembre de 2007
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