Los edificios que vamos a proyectar, los que aún no existen, son bellos de por sí. Sólo es preciso ir vaciándolos, en el proyecto, de toda la fealdad que los envuelve.
Ir desnudándolos de lo banal, de lo accesorio.
Dejarlos limpios, para que sus espacios puedan manifestarse; para que, escuchándoles, podamos conseguir que sean lo que queremos que sean: dignos, dignos de ser considerados como espacios.
Porque los edificios nonatos necesitan nuestra ayuda para que nazcan bellos y no se conviertan en ese amasijo de espacios cerrados, sin interés, sin belleza, tristes, … sin padres.
Debemos convertirlos en edificios y espacios en los que sus habitantes encuentren el sosiego y la paz que da la belleza.
Porque todo esta allí, en el papel.
Sólo hay que descubrirlo.
martes, 8 de enero de 2008
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2 comentarios:
Te comento aquí tus dos últimos artículos que son una estupenda contraposición al anterior sobre la arquitectura contaminada. Esa contraposición que muestran tus artículos es la misma que nos rodea, no sólo en el mundo de la arquitectura. Tú escribes "hay una arquitectura válida, silenciosa, basada en el trabajo razonado" y yo creo que ocurre lo mismo en el ámbito de la literatura, o del cine, o de los viajes, por citar algunos otros campos, pero creo que se puede extender a otros muchos. Vamos hacia un mundo que pretende saber medir la calidad de las cosas sin acotar las medidas de esa calidad. Vamos hacia un mundo en el que tendremos que aprender a descubrir y aprender a crear las cosas que posean auténtica calidad, es decir, aquellas que sepan situarse en el camino real de nuestro deseo, que sepan ofrecer algo a las personas y no a los consumidores, cosas que hayan intentado "vaciarse de la fealdad que las envuelve".
Gracias y un abrazo.
Gracias a tí y una observación:
Creo que no "vamos a un mundo que ..." Creo que siempre ha sido sido así. Lo que pasa es que ahora todo tiene una mayor difusión. Por eso la intoxicación es más intensa y más variada. Éste es el reto.
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